Un pequeño repaso de la ingesta de cuerpos extraños en pediatría, a propósito de un caso
La ingesta de cuerpos extraños en pediatría debe considerarse un problema de salud pública relevante, ya que se trata de la segunda causa de endoscopia urgente en el niño. Con mayor relevancia entre los 6 meses y 6 años, el 80% de las ingestiones accidentales ocurren en edad pediátrica. Del total, 8 de cada 10 son eliminados de forma espontánea. Del restante, un 19% se extraen por endoscopia y sólo el 1% necesita de intervención quirúrgica. Una cantidad importante quedan atascados en el esófago, con el riesgo que ello supone de asfixia, desgarro o lesión de otros órganos del mediastino.
Aunque el nombre pudiera confundir a algunos, los cuerpos extraños son generalmente cotidianos, sobre todo monedas, pilas de botón, canicas, agujas y partes de juguetes. Pero en ocasiones encontramos objetos de lo más variopinto.
En el caso que presentamos, la paciente de 9 meses de edad, es traída por su abuela a un pequeño hospital tras notarla con muchas secreciones mucosas, tos, irritabilidad y aspecto de atragantamiento. Refieren que con el moco expulsa finos hilos sanguinolentos. Inmediatamente se realizan dos radiografías (extendida de tórax y abdomen antero-posterior y tórax lateral) encontrándose un objeto punzante de densidad metal en cuerpo esofágico, por lo que se procede a extracción endoscópica bajo sedoanalgesia urgente. Se tuvo que descender el objeto hasta estómago para poder extraerlo con seguridad.
Se mantuvo 24 horas en observación con omeprazol cada 12 horas y paracetamol a demanda dándose el alta ante la buena evolución clínica y la ausencia de sintomatología persitente o signos de daño esofágico. Por cierto, el cuerpo extraño era un pin con una imagen de la virgen que estaba pinchado en el exterior de la cuna.
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